lunes, 31 de mayo de 2010

Literatura: William Paul Young - The Shack



Qué difícil es realizar un análisis imparcial sobre este libro. Es, quizás, uno de los más difíciles que me han tocado. Al revisar los reviews me doy cuenta de las opiniones tan dispares que ha provocado entre sus numerosos lectores, y es exactamente lo que me pasó al estar leyéndolo; me asaltó una ambivalencia de sentimientos y razonamientos que, tan solo por el hecho de haberlos provocado, le doy a esta novela más mérito que a muchas otras.

Para empezar quiero dejar claro que no me identifico con ninguna religión (si bien creo en Dios), y todo lo que es lectura religiosa me provoca aversión desde el momento mismo en que conozco su género; así, "ligeramente prejuiciada", comencé la lectura, que no logró engancharme en ningún momento dentro de las primeras 100 páginas. La redacción es bastante deficiente, y creo que el único momento en que captó mi atención fue durante el rapto de Missy y las investigaciones subsecuentes. Luego llegó el momento de la visita a la cabaña, cuatro años después de la tragedia, y en el momento en que aparecen Dios, Jesús y el Espíritu Santo no pude evitar pensar: aquí empiezan los clichés! En efecto, uno de los conceptos en que más discorde soy hacia la religión (católica/cristiana) es la aceptación de una Trinidad, es decir, que Padre, Hijo y Espíritu Santo contenidos en una sola entidad. Para continuar, la concepción de Dios como mujer y/o de raza negra y de Jesús como carpintero. Y todavía más: la representación del Espíritu Santo como una persona, cuando en la Biblia se especifica que se le llama Espíritu Santo al poder que emana de Dios. Debo admitir que a este punto de la narración estuve a punto de renunciar a continuar leyéndolo; pero también tengo que admitir que, pocas páginas más adelante, empezó el punto de confusión y…sí, un tanto de redención.

Cierto es que los diálogos entre el protagonista y Dios, en cualquiera de sus tres formas, no están siempre desarrollados de manera clara, pero el trasfondo de esos diálogos, lo que al principio me negaba a ver, fue lo que terminó por atraerme. La verdad es que la idea que el autor presenta de la forma de pensar de Dios se asemeja muchísimo a la que yo tenía ya preconcebida; además, los diálogos se centran en las relaciones entre los humanos y cuáles son los elementos necesarios para que éstas sean exitosas. Responde a la pregunta tantas veces realizada sobre la aparente impasibilidad de Dios ante hechos monstruosos y tragedias personales al declarar que el hombre mismo eligió su independencia, y ahora no sabe qué hacer con ella. Explica la importancia de perdonar (no olvidar) los agravios que hemos sufrido, por el bien nuestro y de las personas a nuestro alrededor, y también nos demuestra lo egoístas que podemos ser en nuestro dolor, al ignorar a nuestros seres amados que, posiblemente, estén sufriendo todavía más. Es, más que un libro religioso, una especie de manual que intenta enseñarnos a mejorar nuestras relaciones con los demás, ya sea familia, amigos y, ¿por qué no? hasta enemigos!
En fin, es un libro difícil de leer, pero que, si lo consigues, te dejará algo bueno, algo que te moverá a pensar en mejorar como persona, no en cuanto a cultura general, sino en la calidad de de ser humano .

1 comentario:

  1. Beatrix, tienes razón, este es un libro muy difícil de reseñar, porque sin duda habla de Dios pero levanta ampollas por cómo es presentado. A quien acostumbra verlo desde una visión religiosa sin duda le chocará la representación de la trinidad; pero a quien sea más abierto, sin duda le abrirá a la posibilidad de ser más amoroso con los demás y convertirse en un mejor ser humano invitándolo a perdonar ofensas, daños e injurias que después de todo, sólo lastiman a quien las siente, no a quien las hizo. Me ha gustado mucho tu reseña.
    un abrazo,
    Ale.

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